Un cuadro de Guayasamín adorna su oficina. En su escritorio, libros y papeles apilados le dejan poco espacio para escribir. Elsie Monge, directora de la Comisión Ecuménica de Derechos Humanos (CEDHU) y Presidenta de la Comisión de la Verdad dispuesta a responder varias preguntas, se sienta en su pequeña sala.
¿Cómo vio usted la creación de la Comisión de la Verdad?
Bueno, eso fue una decisión de Rafael Correa y nosotros los tomamos con tres objetivos fundamentales: esclarecer la verdad de los hechos, combatir la impunidad en base a esa verdad que se investiga; y tercero hacer recomendaciones para que no se repita. O sea, si es que sanciona a algunos de los responsables pero no se cambia la estructura, entonces eso sigue igual. Lo que se busca es que se den cambios en las instituciones a fin de que esas prácticas se destierren. Otro de los objetivos es, naturalmente, la reparación integral de las víctimas. Ese fue el encargo que nosotros aceptamos.
¿Cómo fue el proceso, es decir, cómo se eligió a los miembros, cómo se delegaron las responsabilidades?
En el propio decreto del Ejecutivo están los nombres de los comisionados que son Monseñor Luna, Pedro Restrepo, Julio César Trujillo y yo que se me pidió que ejerza la presidencia. Luego está el Comité de Soporte en el que están tres representantes de víctimas o familiares, un representante de otro organismo de derechos humanos y uno del ministerio de gobierno; este comité es más bien asesor. Luego está el Secretario Ejecutivo que es el que está encargado de todo el equipo operativo que son más de 40 personas que son las que llevan a cabo la investigación.
¿Después de que se entregan las investigaciones, qué sigue?
El punto de partida de las investigaciones eran los testimonios de las víctimas, entonces si no se acercaban a declarar entonces no se podía investigar su caso. Luego había que corroborar con otras fuentes entonces para eso los equipos de investigación se movilizaron por unas 16 o 18 provincias del país. Este fue un trabajo arduo porque había lugares como Guayaquil o el Oriente a los que había que ir más de una vez, entonces se difundía la presencia de los investigadores y se invitaba a la gente a presentar sus denuncias. La gente conocía que habían sucedido muchos de los casos pero no sabían quién, dónde, por qué, que era lo fundamental.
¿Usted cree que haya habido un poco de miedo a presentarse?
También. Eso es difícil de superar. Es un miedo a represalias porque, claro, cuando la gente da su testimonio, revelan a los supuestos responsables que son gente poderosa. Algo de eso hubo, pero después de eso necesitábamos la información de los presuntos responsables que tenía que ser desclasificada, y se logró. Es la primera Comisión de la Verdad en la que se da eso. Conseguimos informes del COSENA, de la policía y de los militares. Con toda esa información logramos llegar a un cuarto repleto con 300.000 folios y ahí buscamos los casos que se denunciaron. Hay que aclarar que el momento que esa información es desclasificada pasa a ser pública así que todos esos archivos están en la Biblioteca Nacional.
Entonces, es casi imposible recolectar información sobre todos los casos, pero la mayoría sí.
Pudimos receptar más de 600 testimonios y de esos son 456 víctimas. Cada víctima puede tener varias agresiones, tortura, detención, asesinato, desaparición. Hubo más o menos la misma cantidad de presuntos responsables. Entonces lo que se hizo fue agrupar por casos, hubo 118; todas esas carpetas se entregaron a la Fiscalía un par de semanas después de entregar el informe final. Lo que mantuvimos al entregar el informe es que ese no es el fin del problema, sino el inicio. Eso se supone que conlleva un proceso para llegar a la sanción de los presuntos responsables y, aparte, se elaboró una ley de víctimas para garantizar que el proceso continúe, ahí están las 456 víctimas, las normas de cómo llevar a delante la reparación y habíamos sugerido que se establezca una unidad que se encargue del seguimiento porque sino se diluye. Pero esta ley sigue reposando en la Asamblea Nacional. Eso causa dificultades.
Entonces, cuál es la diferencia entre esta Comisión de la Verdad y las otras que se han visto en Latinoamérica, por ejemplo la de Argentina
Una de las diferencias es que acá tuvimos acceso a la documentación reservada como ya dije antes, cosa que es muy importante. Además en la Argentina fue el clamor ciudadano el que demandó que se establezca una Comisión de la Verdad porque la represión fue enorme, masiva. Otra diferencia es que la gente piensa que va a haber la posibilidad de resultados porque está propuesta por el Presidente.
¿Por qué cree usted que aquí la gente no ha sido capaz de pedir la creación de una Comisión de la Verdad antes?
No quiero decir que no es capaz. Lo que pasa es que la magnitud es distinta. La presencia de las Madres de la Plaza de mayo por ejemplo, que buscaban que eso no quede en el olvido. Por la misma masividad del problema había más conciencia ciudadana. Acá las víctimas habían sido ignoradas, anuladas durante 20 años y sobre todo criminalizadas; por ejemplo según el libro ese que escribieron los generales de la policía, ellos eran los héroes porque habían eliminado a los delincuentes entonces es otro enfoque, ese mismo temor, ese mismo avallasamiento es un poco paralizante.
SABRINA LÓPEZ H.
TEXTO EN DESARROLLO
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